¿Le apetece una taza de «agua de escándalo»?
No hace falta decir que en Penhaligon’s somos partidarios de una buena taza de té. Pero ¿cuál fue el origen de la obsesión británica por el té? Hemos invitado a la fundadora de la Rare Tea Company, Henrietta Lovell, a compartir con nosotros sus conocimientos junto a una tetera de Earl Grey. (Cuidado con no quemar las hojas, cariño.)
Buenas tardes, Henrietta. Díganos, ¿cuándo llegó el té a Gran Bretaña? ¿Cómo se disfrutaba en el pasado?
El té llegó a Gran Bretaña a finales del siglo XVII y, en un primer momento, solo estaba reservado a la aristocracia. Era caro, más valioso que el brandi, el champán o cualquier otra cosa que hubiera en las casas, así que, generalmente, se guardaba bajo llave.
Como era algo tan apreciado, el té se preparaba de forma muy cuidadosa, con una proporción exacta de hojas y agua, y a una temperatura de infusión determinada. ¡Si se pasaba de tiempo, el té no servía!
La selección de tés de una persona indicaba su buen gusto y su reputación en la sociedad. Algunas personas disponían incluso de una mezcla personalizada elaborada para mostrar su fidelidad a una determinada tienda.
Qué maravilla. ¿Y cuándo empezaron a disfrutar de este ritual los ciudadanos de a pie?
Exacto. Poco a poco, el té fue haciéndose más asequible. Cada persona compraba el mejor que pudiera permitirse, ya fuera barato, té negro al que hubiera que añadir leche para neutralizar el amargor, o el mejor que se pudiera comprar con dinero. El mejor té de la casa se guardaba para las ocasiones especiales, como una boda o una visita del vicario.
¿Fue sobre esa época cuando se estableció el afternoon tea?
No exactamente como lo conocemos hoy en día, es decir, en el sentido formal, con bandejas de pasteles y sándwiches de pepino. Ese tipo de afternoon tea surgió más tarde, en los años 70, en lugares como el Ritz.
En el siglo XVIII, se bebía el té por la tarde para aguantar hasta la hora de la cena, a las ocho de la tarde. Los sirvientes cenaban a las seis; de ahí la espera. El té se podía acompañar de algún bocado, pero nada demasiado elaborado.
En aquella época más o menos se empezó a llamar al té “agua de escándalo”, porque todos se sentaban a cotillear mientras lo tomaban. Tomar parte de este ritual era otra forma de dar a entender la propia riqueza, demostrando a los demás que se disponía de tiempo libre.
Entonces, ¿en qué momento el té dejó de ser un lujo refinado para convertirse en un producto consumido cada día en Inglaterra?
Durante la Segunda Guerra Mundial. Había submarinos alrededor de todo el país, los alemanes pretendían que los ingleses murieran por inanición y el Gobierno tuvo que asumir el suministro de bienes. Ya no se podía ir a la tienda de comestibles a comprar el preciado té; ahora, se debía consumir el té estandarizado que facilitaba el Gobierno, e incluso así, estaba estrictamente racionado.
Después de la guerra, llegaron los supermercados, haciéndose con el negocio de las tiendas de comestibles locales. Esto presionó a los productores de té, que tuvieron que comenzar a elaborar un producto aún más económico, y así fue cómo llegamos al té corriente, de aroma plano e industrial.
Y ahora, hemos vuelto al punto de partida.
Exactamente. El té de calidad superior vuelve a estar de moda, y todos los hoteles y restaurantes de nivel disponen de una imponente carta de tés. ¡Este resurgimiento se ha dado en los últimos 10 años, y me gusta pensar hemos tenido algo que ver con ello!